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Zona Lakshman Jhula |
Rishikesh, en el estado de Uttarakhand, es uno de esos lugares a los que te gustaría regresar si vuelves a viajar por estas tierras. La fuerza de uno de los ríos sagrados más importante de India, el conocido Ganges, hace que el calor sea menos intenso ya que sus rápidas aguas bajan heladas de las cercanas montañas del Himalaya.
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Lakshman Jhula |
Las zonas de mayor interés se encuentran alrededor de Ram Jhula (Puente de Ram) y Lakhsman Jhula (puente de Lakshman), dónde se concentran multitud de puestos, tiendas, hoteles, ghats (escalones hacia el río) restaurantes, ashrams (comunidades espirituales, propias del hinduismo, en las que convive un guía espiritual junto a sus discípulos), sadhus en sus viajes verdaderamente espirituales, vacas y otros.
Nuestro primer día de disciplina dentro de las actividades que promueve el Parmath Niketan Ashram, donde nos alojábamos, comenzó a las 5am con una meditación cantada. Durante la primera media hora algunos repetíamos como loros lo que cantaba un hombre vestido de naranja, por supuesto sin entender lo que decíamos, pero eran rezos. La segunda media hora el mismo hombre recitó mantras sin ningún tipo de melodía ni preparación vocal, así que la meditación se convirtió en todo un reto, menos mal que teníamos el sueño a nuestro favor para desconectar de aquellos berridos.
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Zona Común Parmarth Niketan Ashram |
Hay muchas formas de meditar, pero la de cantar a las 5am de forma poco armoniosa no nos funcionó, así que nos fuimos a dormir unos 15 minutos ya que a las 6:30am era la primera clase de yoga hasta las 8:00am.
La clase de la mañana incluía Pranayama (respiración) estiramientos, calentamiento, suryanamaskar (saludo al sol), relajación y una corta meditación. La profesora era de Bali y durante la relajación nos cantó unos cuántos mantras, esta vez si eran armoniosos, melódicos y te incitaban a lidiar con el mundo de Morfeo, como para no quedarte dormido. Quedamos encantados pero totalmente agotados, entre el trote del viaje de días anteriores, el calor que no nos dejaba dormir y los madrugones de los últimos días junto con el del mismo día para ir a la meditación, por lo que decidimos que lo mejor era ir a dormir después de desayunar algo en el comedor del Ashram.
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Ghats Zona Lakshman Jhula |
Los tres nos despertamos 4 horas más tarde, ya eran las 12 del medio día y nos fuimos a comer a la zona de Lakshman Jhula, a unos 30 minutos de paseo por el borde del Ganges. Comimos en un restaurante nepalí con vistas al puente y al río, Little Buddha Café, junto con un buen jugo de rico mango.
Niklas nos dijo que tenía suerte de habernos encontrado en su camino porque pudo ver y conocer más cosas de las que hubiera conocido él solo. Él nunca hubiera entrado en un Ashram, ni siquiera sabía que era eso. Se hubiera quedado en una guest house y probablemente no hubiera practicado nada yoga.
A las 4pm comenzaba la clase de asanas en el Ashram, de 1 hora de duración, pero a pesar de ir lo más rápido posible llegamos tarde, así que no fuimos. Reconozco que me sentó mal no llegar a la clase, ya que Rafa y Niklas se quedaron viendo el Templo de Shri Trayanbakshwar mientras yo esperaba con los zapatos. Enseguida asumí que no llegué por mi culpa, por no tomar la decisión adecuada y se me pasó el enfado, además estábamos aun reponiendo fuerzas de la paliza del viaje y del descontrol de horarios, quizás ir a la clase de yoga nos hubiera dejado más cansados de lo que ya estábamos.
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Templo de Shri Trayanbakshwar |
Poner disciplina no nos resultó nada fácil, en cualquier situación se requiere mucha fuerza de voluntad, en nuestro caso además el agotamiento físico nos marcó bien los límites, estábamos tan hechos polvo que decidimos ir sólo a las clases de yoga al día siguiente y saltarnos la meditación, primero por descansar y segundo por que no nos gustó. El resto de la tarde nos la tomamos muy relajadamente, fuimos paseando a una de las orillas del río a contemplar el atardecer. En la lejanía se escuchaban de los diferentes ghats de los Ashrams los cánticos al río, mientras el sol tintaba cada vez más de naranja el cielo.
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